martes, 4 de abril de 2017

El Idiota, de Fiódor Dostoyevski (1869)








La primera novela de Dostoievski que leo completa es uno de esos libros que te dejan sin aliento, no solo por el tremendo interés que la historia genera, sino por la pluma del autor que  a pesar de presentarnos un relato cubierto por varias capas de densidad tiene el suficiente oficio como para dejarnos al final de cada capítulo con la sensación de que hemos leído una exposición tremendamente detallada de las variantes del pensamiento.

También conocida como El príncipe idiota, narra la historia del príncipe Mishkin , un noble ruso que bordeando los 20 años regresa a su país después de una estancia de varios años en Suiza donde se tratara a causa de la epilepsia o en esta novela también llamada “idiotez”.

Es en su patria donde conocerá a la nobleza de la ciudad de San Petersburgo, preocupada por el que dirán, la aceptación social, la acumulación de riquezas y demás cuitas a las cuales nuestro héroe no desprecia pero tampoco glorifica. La aparición de una mujer terrible, extremadamente liberal y golpeada por la vida marcará los andares del príncipe, mientras conoce una serie de variados personajes (desde los absolutamente cautivadores hasta los que no aportan gran cosa al desarrollo de la narración, todo hay que decirlo).

Me gustaría decir que las 800 páginas en promedio que tiene la obra se pasan volando, pero eso sería una mentira del tamaño de Rusia. Mucha carnecita que desmenuzar, muchos sabores que diferenciar con calma y sin apuro, hacen de esta lectura una delicia pero no una  de fácil consumo.

Advertiré a quien pueda interesarle que cuando faltan unas cien páginas para que acabe el libro, Dostoievski infiltra sin justificación alguna (para el desarrollo de la novela) un pequeño panfleto anti católico como pocas veces se ha visto. Claro que no malogra la historia pero llamó poderosamente mi atención la falta de maña de un autor que hasta el momento se mostraba exquisito.

Algunos capítulos después de ello , un personaje del que no sospechamos nada nos hablará de un personaje histórico a manera de entremés antes de que entremos al desenlace de la historia….Y ese entremés es notable, es el ejemplo perfecto y mayúsculo de cómo se puede introducir una pequeña historia dentro de otra sin maltratar la primera. (Sencillamente maravillosa esa parte).


Un libro estupendo.

9.5/10

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