jueves, 6 de abril de 2017

Melancolía de la Resistencia de Laszlo Krasznahorkai (1989)

Hace un par de años mi descubrimiento literario fue Mircea Cartarescu y su extraordinario relato llamado el ruletista. Fue mi primer contacto con la literatura del este de Europa, en aquella ocasión caí rendido ante la manera en que Cartarescu confeccionaba situaciones fantásticas con elementos tan cotidianos… Un sabor de boca como si estuviéramos frente a lo mejor que la literatura eslava podría ofrecernos, su expresividad, sus pocos artificios lingüísticos, la honestidad de su narrador y lo apasionante que resulto meterme en sus pensamientos me rindieron totalmente a la pluma del rumano…

Este año Krasznahorkai y su Melancolía de la resistencia sencillamente me volaron la cabeza, Una historia tan sencilla hace palidecer todo lo que mencione arriba (por supuesto que necesito leer aún mucho de ambos autores para poder hacer una comparación más objetiva). Vamos por partes.

La novela comienza con un personaje secundario en un tren, que será la llave para conocer un universo de caracteres que parecen aislados del resto del mundo, apelotonados en sus cómodas casas sin sospechar que un ser marginado de esa conformidad casera (conformada por casas cómodas, potes de mermeladas, masetas con pisos tejidos, pianos que nadie toca);  está esperando   una oportunidad de cambiar ese mundo que no entiende y que lo rechaza pero que quiere trastocar a  como dé lugar. La aparición de un circo y su descabellada  atracción principal trastocaran todo lo que conocemos.

Valuska , el personaje que soporta el eje principal de la historia ya justifica por completo la lectura, pero Valuska no es lo único bueno que encontraremos en sus 400 páginas.


¿Todo se justifica en nombre de las ideas revolucionarias?

¿Vale la pena sacudir a quien no quiere ser sacudido?

¿El autor quiere hacer una comparación con la Europa de finales del siglo XX?


 9/10

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